domingo, 13 de noviembre de 2011

Miedo


Cuenta la leyenda que una vez una adicta a los zapatos caminó horas y horas por un camino de baldosas amarillas acompañada de un león, un hombre de hojalata y un espantapájaros. Iban a Oz a pedirle cosas a un tal Mago que había por allí. Era un mago de verdad, tipo David Copperfield. Por cierto, David Copperfield siempre me ha dado mucha pena. Currándoselo toda la vida, llenando teatros, volando como Campanilla, regalando ilusión como el calvo de la Lotería para que venga un tonto con la cara tapada y le reviente los trucos en Antena 3. Donde hemos llegado. Volviendo al tema, ya sabéis que soy de fácil despiste, cada uno iba a ver al mago por una razón, cada uno tenía una petición: un cerebro, un corazón y coraje. La verdad es que de lo que quería la chica, no me acuerdo. Vergüenza me tenía que dar, si, pero es que no me acuerdo. Supongo que un número  más de escarpines colorados. 

He de confesar que cerebro y corazón ya tengo pero de coraje, como de dinero, ando escasa. Como ya confesé públicamente en uno de los primeros post, soy un poco miedosa. Todo el mundo me dice, no, no tengas miedo, adelante, bla bla bla, pero eso esas cosas son como los padres, no que sean los reyes, sino que no se eligen. 

El martes en la oficina recibí un correo de Carlos, mi reformista. Si me seguís, que espero que sí, aprovecho para saludar a Belén y a Gema, sabréis quién es. El correo solo decía: la semana que viene llega el material de tu obra, a la siguiente empezamos, el día 21. Miedo, sentí miedo, miedo del de verdad. Miedo del bueno. Esto ya no hay quién lo pare. Menudo follón. La verdad es que mi miedo es a que algo salga mal, a haberme equivocado eligiendo azulejos, miedo a que  mi padre discuta con los obreros y me dejen el piso empantanado, miedo a haberme pasado de presupuesto. Aprovecho la ocasión para formular una petición: queridos lectores, si me querei irsen… a por el monedero para colaborar con mi causa.

La secuencia de los hechos fue la siguiente: mandar callar al becario, es lo único que le puedo mandar, estaba cantando una de Juan Pardo, para poder pensar con claridad y después de unos momentos de reflexión, coger la botella de agua y acercarme al sitio de Leticia. Leticia y yo vamos a por agua cada vez que tenemos algo que decirnos, o para comentar un cotilleo, o cuando nos apetece perder un poco el tiempo. Hay días que nos bebemos varios litros. He de confesar que a veces me bebo la botella de un tirón solo por juntarnos dos minutos. Hay cosas que se dicen mejor junto a la fuente de agua que por correo electrónico. 

A la vuelta, con la botella llena y la mente más clara, el miedo era residual. Todo porque Leti me dijo que me envidiaba un poco. Ya sabéis como somos las personas. Un día, vas a trabajar con una blusa que no te convence, alguien te dice que es bonita y ya la miras con otros ojos. 

Deseadme suerte, porque la voy a necesitar y deseadme paciencia que la voy a necesitar aún más. Para vuestra tranquilidad,  os diré que después de mucho pensar y de mirar el presupuesto firmado, que ya no soy el león que iba a Oz a buscar valor, ahora soy el león de la Metro Goldwyn Mayer. Arrrrrrrrrrrggggg o lo que sea que haga ese león. Os iré contando...

7 comentarios:

  1. Ánimo!seguro que todo sale mejor de lo que esperas.un besote!

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  2. Sii!! Soy optimista en general... A veces los pasos importantes cuestan.

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  3. Me encanta tu blog!!!
    Tu amiga Gusi

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  4. ánimo y al toro, ya no hay marcha atrás, la aventura comienza ;D

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  5. Gema, ya no hay marcha atrás, está todo el pescado vendido...

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  6. Guru! Cómo que no sabes lo que quería Dorothy?? Pues volver a su hogar (Kansas)!!

    No tengas miedo, te va a quedar todo genial, y en tiempo récord. Antes de que te des cuenta estamos pasando las Christmas en tu salón. ¡Ya lo verás!

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